El bien común se alimenta de lo inútil

Quizá uno de los elementos que mejor caracterizan la sociedad en la que estamos es que en nuestra cultura cotidiana se ha asentado con fuerza el utilitarismo; esa vision de la jugada que estima que los seres humanos venimos a este mundo exclusivamente para optimizar cada uno de los julios de energía que producimos con cada una de las bocanadas de aire que tragamos.

Digamos que esta es la parrafada que me ha sugerido la lectura de un estupendo libro firmado por Nuccio Ordine, un profesor de literatura italiana de la Universidad de Calabria, que ha dado el campanazo con su libro La utilidad de lo inútil, publicado por la muy interesante Acantilado (web aquí) Una editorial que no da puntada sin hilo.

La idea principal que me ha sugerido su lectura es que todo aquello que los utilitaristas consideran inútil es, normalmente, alimento del ser de las personas y del bien común. Nos empeñamos en que nacemos para ser algo en la vida y sin embargo, como dice Ordine citando a Ionesco, sencillamente nacemos para nacer. Es lo mismo que la obra de arte que no nace para nada, o que la investigación científica básica, que no nacen para nada pero de las que la sociedad se puede apropiar para mejorar la calidad de las personas o aplicarlas en la vida cotidiana.

El libro de Ordine tiene un regalo/sorpresa final. Recoge un pequeñito trabajo de Abraham Flexner, un científico olvidado, que se publico en 1939. Se trata de un artículo titulado precisamente "la utilidad de los conocimientos inútiles". En él cuenta una anécdota que vivió el autor con el Sr. Eastman (el fundador de Eastman Kodak) y que puede concentrar el mensaje fundamental del libro. Casi mejor os copio el párrafo (saltando trozos para hacerlo más corto)
  • "Recuerdo una conversación que mantuve hace algunos años con George Eastman sobre el asunto de la utilidad....me había dicho que pretendía dedicar su vasta fortuna a promover la educación en asuntos útiles. Yo me atreví a preguntarle quien era para él el científico más útil del mundo. Respondió al instante "Marconi". Pero yo le sorprendí diciendo: "Por más placer que nos proporcione la radio y por grande que sea la aportación de las transmisiones sin hilos... la contribución de Marconi fue casi insignificante.
  • "Sr. Eastman, Marconi era inevitable. El mérito real por todo lo que se ha logrado en el campo... correponde, en la medida que un mérito tan fundamental pueda asignarse a una sola persona, al profesor Clerk Maxwell (que estudió el magnetismo y la electricidad, publicó su obra fundamental en 1873)... Otros descubrimientos realizados durante los siguientes quince años complementaron la obra teórica de Maxwell. En 1887 y 1888 el problema científico que permanecía aún abierto... fue resuelto por Heinrich Hertz...Ni Maxwell, ni Hertz tenía interés alguno en la utilidad de su trabajo; tal pensamiento ni siquiera se les pasó por la cabeza. Carecían de cualquier objetivo práctico"
El verdadero conocimiento fundamental, científico y artístico, carece de utilidad inmediata, pero no puede ser más útil para las personas concretas y para el avance de una sociedad digna de ese nombre. Lo curioso e injusto de nuestra sociedad utilitarista es que considera justo e inevitable que los listos que encuentran aplicación a los descubrimientos fundamentales de otros se apropien de todo el beneficio económico que se genere.

En El síndrome Katrina comento la frase "Los ricos ganan más porque se esfuerzan más". Esta anécdota de Flexner viene a poner las cosas en su sitio. Maxwell y Hertz se esforzaron al menos tanto como Marconi, pero recibieron beneficios mucho más reducidos por su aportación a la sociedad. Sin embargo nuestra sociedad se alimenta de los conocimientos "inútiles" que produjeron. Algo no funciona bien en nuestra sociedad utilitarista que premia a los más listos pero no a los más inteligentes. Y eso no nos beneficia en nada ni como personas ni como sociedad. Es urgente reclamar la utilidad de lo que los utilitaristas declaran como inútil. No hay nada que nos haga más falta.

Os dejo con una entrevista (5 minutos)



En resumen. Estamos ante un libro muy interesante, recomendable, de fácil lectura, cortito (se lee en un tiempo breve) y encontramos los argumento que tal vez necesitemos para emprender la apasionante e imprescindible tarea de darle alas a nuestra curiosidad intelectual. ¿Por qué no leer filosofía, poesía, clásicos griegos, divulgación científica, ensayos? Haciendo esto no perdemos el tiempo, ganamos vida. Es imprescindible recuperar un renovado espíritu humanista.

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